Los autorretratos fueron mi introducción a la fotografía. En una época donde el auge del selfie aun no era tan evidente, me sacaba fotografías en mi habitación y no se las mostraba a nadie más que a la comunidad de fotógrafos que era participe. Al principio fue por simple curiosidad y de aplicar metodologías que encontraba en la red o veía de otros fotógrafos. Poco a poco los autorretratos fueron ocupando más espacio en mi vida.
Esta práctica fotográfica me ayudó mucho a mejorar mis habilidades tanto delante como detrás de mi cámara, también a dirigir a otras personas, la mayoría de las cuales siempre habían sido de mi entorno más cercano y sin ninguna experiencia. El autorretrato me ha servido como un mecanismo de calma y escapismo que me ha ayudado a querer mi cuerpo y a sobrellevar momentos de ansiedad. Me ha permitido en transformarme en otros “yo” , a expresarme libremente desde el ámbito más intimo y a aprender y disfrutar de la solitud.
El autorretrato fue el primer paso que me hizo amar la fotografía e interesarme por otras disciplinas y temáticas de este mundo.